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Los astrónomos utilizan el término sistema binario para referirse a dos estrellas que están tan próximas entre sí que orbitan alrededor de un centro de masas común. Se trata de algo bastante frecuente en el Universo, lo que ha motivado que algunos investigadores se pregunten si el Sol en algún momento pudo formar parte de uno de esos sistemas. Ahora, un equipo de investigadores de las Universidades de Harvard y Berkeley, ha realizado un estudio cuyos resultados sugieren que todas las estrellas nacen formando sistemas binarios y que la nuestra no sería una excepción.
Muchas estrellas tienen compañeras, incluyendo nuestra vecina más cercana, Alfa Centauri, un sistema triple. Inspirados en este hecho, los astrónomos han analizado una hipótesis formulada décadas atrás por el físico R. A. Muller. La misma propone que el Sol tiene un compañero no detectado, llamado Némesis, capaz de generar perturbaciones en la nube de Oort con consecuencias devastadoras para el interior del sistema solar. Esto explicaría el mortífero ciclo de extinciones masivas cada 27 millones de años.
La nueva investigación, que en cierta manera respalda la vieja hipótesis de Muller, se basa en el sondeo de radio de una gigantesca nube molecular llena de estrellas recientemente formadas en la constelación de Perseo, y un modelo matemático que puede explicar las observaciones de Perseo sólo si todas las estrellas parecidas al Sol nacen con una compañera.
«Probablemente hubo un Némesis, hace mucho tiempo», dijo en un comunicado el coautor Steven Stahler, astrónomo de la Universidad de California en Berkeley. «Hicimos una serie de modelos estadísticos para ver si podíamos explicar las poblaciones relativas de estrellas solitarias jóvenes y binarias de todas las separaciones en la nube molecular de Perseo, y el único modelo que podría reproducir los datos era uno en el que todas las estrellas se formaron inicialmente como binarios amplios, que luego se encogen o se fragmentan en un millón de años».
En el trabajo publicado, «amplio» significa que las dos estrellas están separadas por más de 500 unidades astronómicas, o UA, donde una unidad astronómica es la distancia media entre el Sol y la Tierra (93 millones de millas). Un compañero «binario ancho» de nuestro astro rey habría estado 17 veces más lejos que Neptuno.
Basados en este modelo, los autores del estudio concluyen que el hermano del Sol probablemente escapó y se mezcló con todas las otras estrellas en nuestra región de la galaxia de la Vía Láctea, para nunca más ser visto.
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