Un nuevo estudio de la Universidad de Stanford sugiere que la chispa que dio inicio a la vida en nuestro planeta pudo haber estado en diminutas descargas eléctricas generadas por gotas de agua en movimiento.

Microrrelámpagos en gotas de agua: ¿la chispa divina que dio origen a la vida en la Tierra?

Crédito: MysteryPlanet.com.ar

Durante décadas, la hipótesis de Miller-Urey ha sido una de las teorías más aceptadas sobre el origen de la vida. Según este modelo, los relámpagos que impactaban en los primitivos océanos de la Tierra pudieron desencadenar reacciones químicas que dieron lugar a moléculas orgánicas esenciales. Sin embargo, científicos han cuestionado esta idea, argumentando que los rayos eran demasiado esporádicos y el océano demasiado extenso como para producir una cantidad suficiente de estos compuestos.

El nuevo estudio, publicado en Science Advances, introduce un concepto revolucionario para reinterpretar la teoría: los «microrrelámpagos» generados por gotas de agua en movimiento podrían haber sido los verdaderos catalizadores de la vida. Estos pequeños destellos eléctricos, producto de cargas opuestas en las gotas, son suficientes para provocar reacciones químicas que crean moléculas orgánicas, sin necesidad de una fuente externa de electricidad.

Un laboratorio natural de la vida

El equipo de investigadores, liderado por el profesor Richard Zare, demostró que al rociar agua sobre una mezcla de gases que se cree existieron en la atmósfera primitiva de la Tierra, se generaban compuestos con enlaces carbono-nitrógeno. Entre estos, se halló uracilo, una base nitrogenada clave en la formación del ARN y ADN, así como glicina, un aminoácido fundamental en la biología.

Detección de luminiscencia por fisión de microgotas de agua. Crédito: Y. Meng et al., Science Adv., 2025.

El hallazgo sugiere que en la Tierra primitiva, el choque de olas contra las rocas, las salpicaduras de las cascadas o la bruma sobre lagos y charcas podrían haber generado reacciones químicas continuas, favoreciendo la aparición de los primeros bloques constructores de la vida.

¿Una chispa divina o un proceso natural?

La idea de que la vida nació de pequeñas chispas en el agua evoca paralelismos con relatos ancestrales sobre el origen de la existencia. En la Biblia, el «soplo divino» insuflando vida al polvo podría interpretarse, desde una visión científica, como un proceso químico espontáneo, donde la energía latente en el agua pudo haber dado el primer impulso a la vida.

Más allá de su implicación filosófica, el descubrimiento abre nuevas líneas de investigación en la búsqueda de vida en otros mundos. Si estos microrrelámpagos pudieron dar origen a la vida en la Tierra, ¿podrían también estar ocurriendo en lunas heladas como Europa o Encélado, donde el agua está en constante movimiento?

La ciencia sigue explorando los misterios del universo, pero quizá la respuesta al enigma de la vida estuvo siempre ante nuestros ojos: en cada gota de agua que cae, en cada ola que rompe contra la orilla, en cada chispa que salta entre lo visible y lo invisible.

Fuente: Stanford. Edición: MP.

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