Una reciente investigación sugiere que la pirámide de Kefrén podría ocultar estructuras subterráneas, pero sus misterios van mucho más allá. ¿Qué hay de sus dos inexplicables túneles que conducen al mismo lugar? ¿Y qué decir de la representación de ciclos biológicos que se reflejan en sus pasadizos? Todo apunta a que los secretos de la pirámide de Kefrén podrían albergar conocimientos inéditos del antiguo Egipto sobre Biología, Medicina y salud.

Kefrén y el misterio del prana: la pirámide de la energía vital

Crédito: MysteryPlanet.com.ar.

Si hacemos caso a la teoría que afirma que las pirámides de Guiza no fueron simples tumbas, es de deducirse que los faraones de la IV Dinastía —a quienes la ortodoxia le atribuye autoría— se apropiaron de estos monumentos, lo que supuso que se cerraran, aunque es posible que ya Micerino o los faraones de la siguiente dinastía revocaran las órdenes dispuestas por Snefru, Keops y Kefrén, y se volvieran a abrir los «templos», hecho referido por numerosas crónicas.

Los sacerdotes tebanos de Maat, ya en tiempos ramésidas, hicieron en el interior de estas estructuras obras de limpieza y acondicionamiento para los ritos que, desde tiempos inmemoriales y referidos a la diosa Isis, se ejecutaban en el corazón de las pirámides.

Estelas provenientes de tiempos de Keops llaman a la pirámide de Kefrén «Templo de Thot», mientras que otras del Imperio Medio se refieren a ella como «Templo de Isis». Sea como fuere, las pirámides —y la de Kefrén no es una excepción—, aunque pudieran haber servido de tumbas a los reyes usurpadores de la IV Dinastía, tuvieron un carácter práctico en las actividades de los antiguos egipcios.

En recuerdo de la Atlántida

Las leyendas árabes, que recogieron la tradición oral transmitida generación tras generación, señalan —con una clara alusión a la Atlántida— que las pirámides de Guiza fueron construidas para salvaguardar una ciencia que podría desaparecer a causa de un enorme cataclismo.

En la pirámide oriental, la Gran Pirámide, se guardaron los conocimientos de los astros, el movimiento de las estrellas y los objetos procedentes de estas. Resulta curioso que algunos de estos objetos se definan como «cristal que no se rompe cuando se dobla» o «hierro que no se oxida», una clara alusión al plástico y al acero teóricamente cientos de años antes de que se conocieran.

Para la pirámide de Kefrén dejaron todo el saber relacionado con la Medicina y la Biología. Estas leyendas, aunque adornadas con la fantasía oriental, parecen guardar algo de real, y así lo acreditan ciertos descubrimientos.

La arquitectura de la pirámide de Kefrén

Originariamente, la pirámide de Kefrén fue diseñada para que tuviera una altura similar a la Gran Pirámide. Los dos metros de diferencia que existen entre ambas quedan compensados por encontrarse en distinto nivel de la meseta de Guiza.

Los 15 metros de menos que tiene el lado de la segunda pirámide en relación con la primera son el resultado de haber aplicado el ángulo sagrado de Isis (Isíaco) a su estructura, mientras que el ángulo áureo fue el empleado en la Gran Pirámide.

El triángulo rectángulo Isíaco (de la diosa Isis), de 15, 20, 25 codos, se empleó en el antiguo Egipto para obtener ángulos rectos. Tiene muchas propiedades, tanto aritméticas o geométricas, como de coincidencias con períodos astronómicos, tales como el período de revolución sinódica de un planeta visible a simple vista o los múltiplos mínimos comunes de varios de esos períodos.

No se puede hablar, por tanto, de que ambas pirámides difieran en grandiosidad —de hecho, ambas tienen una orientación norte casi perfecta de 5 minutos 31 segundos—. Los arquitectos de Guiza dieron a las dos la misma categoría de proporciones, aunque en la Gran Pirámide emplearan una técnica muy superior de ensamblado de bloques y diseño interior, seguramente porque así se necesitaba para las experiencias realizadas en su interior, que apuntan al empleo de energías que requerían un completo aislamiento.

Por eso, la pirámide de Keops es absolutamente hermética: sus bloques no dejan introducir ni una cuchilla de afeitar, y todos sus pasajes y cámaras interiores tampoco permiten traspasar ni líquidos ni fluidos gaseosos.

La pirámide de Kefrén y la Gran Esfinge de Guiza.

Sin embargo, en la pirámide de Kefrén tal perfección no hizo falta, pues en ella se efectuaron otro tipo de experiencias no relacionadas con la física ni con la química. Allí era el propio hombre el que se transformaba en un ser superior.

Dos entradas, un misterio

Lo primero que desconcertó al ingeniero y explorador italiano Giovanni Belzoni en el año 1818 fue el descubrimiento de dos entradas a la pirámide, situadas ambas en la cara norte. Belzoni no fue el primero en entrar, aunque en la cámara principal dejara constancia de su descubrimiento en letras de tamaño tan desproporcionado como su orgullo.

Inscripción de Giovanni Belzoni, el primer explorador de la pirámide de Kefrén en tiempos modernos.

En dicha sala se encontró una inscripción en árabe que acreditaba la visita de los hombres de al-Mamún en el siglo IX. Todos los bloques que constituían el suelo de la cámara estaban levantados, lo que aportaba la idea de que otros aventureros estuvieron desmantelando la pirámide en busca de tesoros.

Las dos entradas recorren el mismo tramo norte-sur. Una asoma al suelo de la meseta de Guiza y da paso a un pasadizo que se interna en el subsuelo para luego ascender hacia la cámara. La otra emerge a pocos metros de la propia pirámide y, tras internarse horizontalmente, prosigue su camino descendente hasta juntarse con el canal que sube desde la otra puerta, para confluir en la única cámara interior.

Corredores y cámaras dentro de la pirámide de Kefrén. En el recuadro, foto del corredor ascendente.

No se comprende el esfuerzo que supone realizar dos pasajes que conducen al mismo sitio. Ni siquiera la Arqueología ha podido dar una solución, lo cual aumenta el mérito de los arquitectos, que han logrado sembrar tal grado de desconcierto en nosotros.

La circulación del prana

Una posible explicación a las dos entradas de la pirámide de Kefrén se encuentra en la Biología y los ritmos del cuerpo humano. Desde la antigüedad, culturas como la griega y la budista han practicado disciplinas físicas y ejercicios respiratorios destinados a regular el flujo de prana, una energía aún no comprobada científicamente. Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que la respiración genera un fenómeno bioeléctrico en la mucosa nasal, donde la interacción entre ácido y base produce una diferencia de potencial similar a una electrólisis. Este proceso, descubierto por el profesor argentino José Álvarez López (1914-2007), varía cada 50 minutos, sincronizándose con los ciclos naturales del organismo.

El problema surge cuando el hombre, voluntaria o involuntariamente, altera el tiempo de canalización del aire por cada orificio nasal, lo que genera una desarmonía.

Prana.

La existencia del prana nunca ha sido admitida, pero incluso sin constatación científica los yoguis supieron de tan misteriosa energía y descubrieron que el ciclo del hombre es de 50 minutos, por lo que hacían un ejercicio consistente en respirar por uno de los canales de la nariz mientras taponaban el otro. Crédito: MysteryPlanet.com.ar.

Teniendo en cuenta lo anterior, Álvarez López comprobó que las alteraciones en la ionización del aire afectan directamente el ciclo respiratorio. Además, observó un cambio constante entre corriente alterna y continua en la nariz, lo que lo llevó a desarrollar un dispositivo que variaba, en cada ciclo de 50 minutos, la ionización del aire en una habitación, con el fin de estimular la respiración coherente y, en consecuencia, mejorar la salud.

Men sana...

En el antiguo Egipto, como en otras civilizaciones orientales, sabían que la enfermedad no existe como tal y que ésta es el resultado de una desviación del cuerpo, aunándose de este modo a los médicos modernos, que opinan que la mayoría de las enfermedades son psicosomáticas. Si esta producción de prana presupone, además de un cuerpo bello, el desarrollo de la voluntad para conseguir conocimiento, nos encontramos que el men sana in corpore sano es el primer paso para acceder a lo que podemos definir como estados alterados con los que curar nuestro psiquismo y desarrollar nuestra espiritualidad.

Cuando se escribió hace más de mil años que la pirámide de Kefrén estuvo dedicada a la Medicina, desde luego nada debían saber de los datos referentes a la pila nasal. Para aquellos historiadores el asunto les era tan extraño como lo es hoy. Las prácticas mágicas se han tenido como supersticiones sin fundamento, así que resulta evidente el desconcierto de los investigadores cuando es la Biología la que pretende dar explicación a los enigmáticos dos canales que, desde el exterior, penetran en la pirámide de Kefrén, relacionándolos con la importancia que tiene para el hombre la producción del prana en la nariz.

¿Podría el reciente descubrimiento de presuntas estructuras cilíndricas bajo la pirámide de Kefrén tener algo que ver con el concepto de prana y el sistema respiratorio humano? Crédito: Corrado Malanga et al, 2025.

De este modo llegan a resultar convincentes las antiguas historias que indicaban que, mientras en la Gran Pirámide de Keops sus arquitectos incorporaron el conocimiento que unos seres superiores poseían de los astros y sus interconexiones, en la pirámide de Kefrén sus diseñadores plasmaron su saber médico.

Conclusión

Solo nos queda una duda: si el pueblo egipcio conoció los enormes conocimientos incorporados en las pirámides —creemos que no—, tan sólo unos flecos de aquella sabiduría pudo llegar a los detentadores del saber, los sacerdotes, que originaron una larga sucesión de generaciones de iniciados hasta configurar en nuestros días ciertas sectas herméticas merced a las cuales se trasmitieron esos conocimientos que ligan la Tierra con el Cosmos y al hombre con los dioses, de quienes recibieron las enseñanzas.

El gran biólogo Julian Huxley consideró un gran misterio de la Biología la existencia de unos ciclos que se repiten cada 3.5 años, cada 6.5 años y cada 11 años, y que regulan la evolución de la vida sobre el planeta. En relación, el número 1.260, que mide en días el periodo de 3.5 años, es milimétricamente la anchura del sarcófago de la pirámide de Kefrén. Por este motivo, cabe pensar que la estructura no solo fue diseñada para incorporar en sus pasillos la disposición nasal del ser humano, sino que también en sus medidas pueden constatarse cifras exactas que se refieren a los ciclos biológicos.

La pirámide de Kefrén sigue allí, en la meseta de Guiza, a la sombra de la Gran Pirámide, que oscurece parte de su grandiosidad. Por ello, quizá, no sepamos tanto de ella como se merece, lo que ha supuesto que sepamos menos de nosotros mismos.

Por (a la memoria de) Manuel José Delgado.

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