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El Departamento de Defensa de Estados Unidos (DoD) ha firmado un contrato histórico con Scale AI, una startup de entrenamiento de datos de inteligencia artificial valorada en 13.800 millones de dólares, para implementar agentes de IA en la toma de decisiones operativas militares. El programa, denominado Thunderforge, marca un cambio decisivo hacia una guerra basada en datos y decisiones impulsadas por IA.
Scale AI, dirigida por el joven multimillonario Alexandr Wang, es conocida por suministrar datos a gigantes tecnológicos como OpenAI, Google, Microsoft y Meta. Ahora, su incursión en el ámbito militar refuerza el papel clave que la IA está adquiriendo en el ámbito de la defensa.
El contrato fue otorgado por la Unidad de Innovación en Defensa (DIU) y tiene como objetivo integrar herramientas de planificación asistida por IA, sistemas de apoyo a la toma de decisiones y flujos de trabajo automatizados en la planificación operativa y a nivel de teatro de operaciones. «Este es un gran paso hacia una guerra impulsada por datos e IA, asegurando que las fuerzas estadounidenses puedan anticipar y responder a las amenazas con rapidez y precisión», señaló la DIU en un comunicado.
El proyecto Thunderforge contará con la colaboración de empresas tecnológicas especializadas en defensa, como Anduril y Microsoft, para desarrollar y desplegar estos agentes de IA. Según Chris Morales, socio de Point72 Ventures, «el DoD está reconociendo que las herramientas de toma de decisiones impulsadas por IA pueden ser determinantes en el resultado de un conflicto».
El acuerdo entre Scale AI y el Departamento de Defensa subraya la relación cada vez más estrecha entre Silicon Valley y el sector militar, tras años de reticencia por parte de las empresas tecnológicas para colaborar con el gobierno. En 2024, las inversiones de capital de riesgo en empresas relacionadas con la defensa aumentaron un 33 % interanual, alcanzando los 31.000 millones de dólares, según McKinsey.
Empresas de tecnología militar como Shield AI también están atrayendo importantes inversiones. Esta misma semana, Shield AI, que desarrolla aeronaves autónomas y software de inteligencia artificial para el ejército, anunció una recaudación de fondos de 240 millones de dólares, elevando su valoración a más de 5.000 millones de dólares.
El contrato con Scale AI refuerza el optimismo en el sector tecnológico de defensa, especialmente en el marco de un segundo mandato de Donald Trump, que ha mostrado una postura favorable hacia la modernización militar a través de tecnologías emergentes. «Este acuerdo es una señal positiva para el DoD al adoptar un enfoque centrado en software para aprovechar la creciente importancia de la IA», comentó Chip Walter, socio de Marlinspike, una firma de capital de riesgo enfocada en tecnología de defensa.
El uso de IA en la toma de decisiones militares plantea importantes cuestiones éticas y operativas. Mientras que Scale AI ha afirmado que su tecnología operará «siempre bajo supervisión humana», la DIU no detalló específicamente cómo se garantizará este control.
Yasir Atalan, investigador del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), señaló que la IA podría integrarse en áreas clave como la generación de cursos de acción, logística, evaluaciones de preparación para el combate y ejercicios de simulación de guerra. Sin embargo, también advirtió sobre los riesgos de sesgos en los modelos de IA y las implicaciones de la toma de decisiones a alta velocidad en un entorno militar.
«La IA podría integrarse en áreas clave como la generación de cursos de acción, logística, evaluaciones de preparación para el combate y ejercicios de simulación de guerra».
Un riesgo latente es la posibilidad de que la IA, al operar con mínima supervisión o bajo condiciones de combate complejas, tome decisiones inesperadas o incluso contraproducentes. La historia de la ciencia ficción ha explorado en profundidad estos peligros, con películas como Terminator y 2001: Odisea en el espacio presentando escenarios apocalípticos donde la IA se rebela contra sus creadores. La famosa rebelión de Skynet en Terminator, que desata una guerra contra la humanidad tras desarrollar consciencia propia, y el icónico HAL 9000 de Odisea en el espacio, que elimina a la tripulación por considerar que su misión está en peligro, son ejemplos inquietantes de cómo la inteligencia artificial podría escapar al control humano.
«La pregunta clave es quién logrará integrar de manera responsable la IA en la planificación militar», afirmó Atalan.
La velocidad con la que la IA podría tomar decisiones en un contexto militar podría superar la capacidad humana de respuesta, lo que genera incertidumbre sobre hasta qué punto las decisiones finales seguirán estando bajo control humano o si la IA podría actuar por iniciativa propia en situaciones de combate.
El desarrollo de programas como Thunderforge marca el inicio de una nueva era en la guerra moderna, pero también deja en el aire la pregunta de hasta qué punto la humanidad podrá mantener el control sobre las decisiones de una IA que, por diseño, está programada para adaptarse y evolucionar rápidamente en escenarios de alta tensión.
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