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El objeto interestelar 3I/ATLAS, cuyo descubrimiento fue anunciado a principios de julio de 2025, ya estaba siendo observado por la Tierra sin que los astrónomos lo supieran. Nuevas imágenes publicadas por el Observatorio Vera C. Rubin revelan que el visitante fue fotografiado con notable detalle varios días antes de que su existencia fuera reconocida oficialmente.
Este sorprendente adelanto se dio durante la fase de Validación Científica (SV, por sus siglas en inglés) del nuevo observatorio ubicado en Chile, que aún se encuentra en etapa de puesta a punto. Según un estudio reciente subido al repositorio arXiv, el equipo del Rubin captó a 3I/ATLAS entre el 21 de junio y el 7 de julio, es decir, hasta diez días antes del anuncio de su descubrimiento.
Utilizando el telescopio Simonyi de 8.4 metros y su cámara LSST de 3.200 megapíxeles, el observatorio logró registrar 49 imágenes del objeto, de las cuales 37 fueron analizadas en profundidad. Estas imágenes representan las primeras vistas de alta resolución de 3I/ATLAS, y confirman el enorme potencial del Rubin para la astronomía del futuro.
El análisis de las imágenes reveló un comportamiento típico de los cometas: una coma brillante y una nube de gas y polvo que se fue expandiendo a medida que el objeto se acercaba al Sol, aumentando más del 50 % en tamaño durante el período observado.
Sin embargo, una de las mayores sorpresas fue la detección de una inusual cola orientada hacia el Sol. Aunque este tipo de morfología no es común —las colas de polvo suelen apuntar en dirección opuesta al Sol debido a la presión de la radiación—, ya se ha observado en otros cuerpos distantes, como el cometa C/2014 UN271.
3I/ATLAS fue fotografiado el 3 de julio de 2025 (Tiempo Universal) por el Observatorio Vera C. Rubin como parte de su fase de puesta en marcha. Todas las imágenes son exposiciones de 30 segundos en el filtro r, con el norte orientado hacia arriba, el este hacia la izquierda, y con los vectores antisolar y antivelocidad indicados en el recuadro superior izquierdo. Los puntos medios de cada exposición (TAI en formato ISO) están superpuestos en la imagen. Crédito: C.O. Chandler et al.
Los investigadores sostienen que esta cola orientada al Sol podría deberse a una emisión anisotrópica de polvo, es decir, a que el material se desprende principalmente del lado iluminado del cometa. Aunque también se evaluó la posibilidad de que existan chorros de gas provocando esta orientación, los estudios espectroscópicos realizados el 3 de julio no detectaron emisiones gaseosas, reforzando la hipótesis del polvo.
Gracias a las mediciones del Rubin, se estima que el núcleo de 3I/ATLAS tiene un radio de aproximadamente 5.6 ± 0.7 kilómetros. Hasta el momento, no muestra señales de aceleración no gravitacional, como sí lo hizo su predecesor interestelar Oumuamua en 2017. No obstante, los científicos advierten que estos efectos podrían manifestarse a medida que el objeto se aproxime aún más al Sol.
A la izquierda se muestra un recorte de una zona del cielo muy poblada de estrellas, centrado en 3I/ATLAS. El anillo rojo indica el área que el sistema del telescopio Rubin utilizó para medir el brillo del objeto. A la derecha, se observa la huella resultante: un conjunto de píxeles que el software identificó como los que contienen la luz emitida por el objeto interestelar. Crédito: C.O. Chandler et al.
El punto más cercano al Sol se producirá en octubre, pero durante ese mes el cometa quedará oculto por el resplandor solar y no será visible nuevamente hasta diciembre. Afortunadamente, ya se han capturado decenas de imágenes de alta calidad antes de ese periodo de invisibilidad.
Más allá del hallazgo anticipado de 3I/ATLAS, los astrónomos destacan que este caso es una muestra del poder que tendrá el Observatorio Vera C. Rubin una vez que entre en pleno funcionamiento a finales de 2025. Su ambicioso proyecto Legacy Survey of Space and Time (LSST) promete revolucionar la astronomía con una recopilación masiva y sin precedentes de datos del cielo nocturno.
«Estos datos representan las observaciones más tempranas de este objeto realizadas por un telescopio de más de 8 metros hasta la fecha», señala el equipo en su estudio. «Y muestran el tipo de mediciones —y descubrimientos— que Rubin podrá ofrecer de manera rutinaria muy pronto».
Así, el misterioso visitante interestelar no solo se convierte en objeto de estudio por su procedencia y rareza, sino también en el primer gran protagonista del nuevo capítulo que la astronomía está escribiendo con el Rubin.
El astrofísico Avi Loeb, conocido por no descartar hipótesis audaces —incluyendo la posibilidad de que algunos de estos objetos puedan tener un origen artificial—, comentó al respecto: «Se espera que el nuevo observatorio descubra un nuevo objeto interestelar cada pocos meses, recolectando varios de estos visitantes cada año. Hasta ahora, a cada descubrimiento se le ha asignado un nombre único. Sin embargo, con la cosecha del Rubin, los nuevos objetos interestelares probablemente deberán distinguirse por su fecha de descubrimiento, siendo etiquetados, por ejemplo, como 4I/Rubin-022626 para el cuarto objeto interestelar detectado el 26 de febrero de 2026».
«Por ahora, dado el reducido número de objetos interestelares conocidos, cada uno de ellos nos enseña algo fundamentalmente nuevo. No obstante, una vez que nuestra colección incluya una muestra estadística más amplia, algunos grupos de objetos pertenecerán a clases distintas, lo que nos permitirá obtener estadísticas de población. Siempre existirán casos atípicos que no se asemejarán a los asteroides o cometas del sistema solar. Entre ellos, podrían encontrarse productos de tecnologías alienígenas, ya sea en forma de desechos espaciales o dispositivos funcionales», concluyó Loeb.
Fuente: Rubin/arXiv. Edición: MP.
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