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Un equipo de astrónomos ha detectado lo que podría ser el agujero negro más masivo jamás observado, un coloso cósmico con una masa equivalente a 36 mil millones de veces la de nuestro Sol y que se acerca al límite teórico de lo que es posible en el universo.
La lente gravitacional de la Herradura Cósmica. El recién descubierto agujero negro ultramassivo se encuentra en el centro de la galaxia naranja. Muy detrás de ella, una galaxia azul está siendo deformada en un anillo con forma de herradura por las distorsiones en el espacio-tiempo creadas por la inmensa masa de la galaxia naranja en primer plano. Crédito: NASA/ESA.
Este gigante se encuentra en el centro de una de las galaxias más grandes conocidas, la «Herradura Cósmica», ubicada a unos 5 mil millones de años luz de la Tierra. La galaxia es tan enorme que su gravedad distorsiona el espacio-tiempo, curvando la luz de una galaxia más lejana en un anillo casi perfecto, un fenómeno conocido como «anillo de Einstein».
El descubrimiento, publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, fue posible gracias a una técnica novedosa que combina dos métodos: la lente gravitacional y la cinemática estelar (el estudio del movimiento de las estrellas).
«Este es uno de los 10 agujeros negros más masivos jamás descubiertos, y muy posiblemente el más masivo», afirmó el profesor Thomas Collett, de la Universidad de Portsmouth. «Tenemos mucha más certeza sobre la masa de este agujero negro gracias a nuestro nuevo método».
Otra imagen de la Herradura Cósmica, pero con el par de imágenes de una segunda fuente de fondo resaltadas. La tenue imagen central se forma cerca del agujero negro, lo que hizo posible el nuevo descubrimiento. Crédito: NASA/ESA/Tian Li (Universidad de Portsmouth).
Lo más destacable es que la técnica permitió medir la masa de un agujero negro «durmiente», es decir, uno que no está devorando material activamente.
«Su detección se basó únicamente en su inmensa atracción gravitacional y el efecto que tiene en su entorno», explicó el investigador principal, Carlos Melo, de la Universidade Federal do Rio Grande do Sul (UFRGS) en Brasil.
Este enfoque permite detectar y medir la masa de estos gigantes ocultos en todo el universo, incluso cuando están completamente «silenciosos».
Este hallazgo es crucial para entender la conexión entre los agujeros negros supermasivos y sus galaxias anfitrionas. Se cree que ambos crecen juntos. Cuando las galaxias acumulan materia, parte de ella alimenta al agujero negro central, que puede expulsar enormes cantidades de energía en forma de un cuásar. Estos cuásares son tan potentes que pueden detener la formación de nuevas estrellas en la galaxia.
La galaxia anfitriona, la Herradura Cósmica, es un «grupo fósil», el resultado final de la fusión de múltiples galaxias en una sola entidad masiva. «Es probable que todos los agujeros negros supermasivos que estaban originalmente en las galaxias compañeras también se hayan fusionado para formar el agujero negro ultramasivo que hemos detectado», señaló Collett.
Para ponerlo en perspectiva, el agujero negro en el centro de nuestra Vía Láctea tiene «solo» 4 millones de masas solares —casi insignificante comparado con 36 mil millones de masas solares—.
Los investigadores esperan utilizar este nuevo método con datos del telescopio espacial Euclid de la Agencia Espacial Europea para descubrir más de estos gigantes y desentrañar cómo los agujeros negros influyen en el destino de las galaxias.
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