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El extraño encuentro tuvo lugar en plena Segunda Guerra Mundial, durante una de las misiones aéreas más devastadoras del conflicto.
La Misión 115, llevada a cabo el 14 de octubre de 1943, es conocida por ser uno de los ataques aéreos más infaustos para la 8ª Fuerza Aérea de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Este día es recordado como el «Jueves Negro», debido a las tremendas pérdidas sufridas por las fuerzas estadounidenses en su intento de destruir la planta de rodamientos de Schweinfurt (Svenska Kullagerfabriken), una instalación crucial para la maquinaria bélica de la Alemania nazi.
El ataque desplegó 291 bombarderos B-17, que fueron interceptados inmediatamente por la Luftwaffe al cruzar el canal de la Mancha.
En medio de los intensos combates, cuando se acercaban al objetivo, algo inusual llamó la atención de las tripulaciones aéreas. Según relató el hombre a cargo de la misión, el coronel Bud Peaslee, no fue uno ni solo unos pocos bombarderos, sino grupos enteros de B-17 los que se encontraron con pequeñas formaciones en el aire que no deberían haber existido.
No eran aeronaves, explosiones de flak, bombas en caída, cazas, casquillos de munición gastada, restos de aviones destrozados, cuerpos cayendo o paracaídas. Lo que vieron fue algo completamente diferente: en ese momento, los pilotos y artilleros de torreta superior, junto con varios tripulantes en las narices de plexiglás de los bombarderos, reportaron un grupo de discos en la trayectoria de la formación del 384º Grupo, acercándose rápidamente a los B-17.
Las exclamaciones de sorpresa atrajeron la atención sobre el fenómeno, y las tripulaciones de estas fortalezas voladoras se comunicaron entre sí por los intercomunicadores, discutiendo y confirmando la sorprendente visión que tenían frente a ellos. Se llegó a un consenso de que los discos en el grupo eran de color plateado, de aproximadamente una pulgada de grosor y tres pulgadas de diámetro.
El recientemente digitalizado y desclasificado informe de inteligencia S-1 del evento corrobora claramente el testimonio ocular del coronel Peaslee.
Los discos fueron vistos fácil y repetidamente por los tripulantes de los B-17. Aparecían sobre los bombarderos, deslizándose lentamente hacia abajo en grupos muy uniformes.
Y entonces ocurrió lo «imposible»...
El Boeing B-17 #026 se acercó rápidamente a un grupo de discos. El piloto maniobró el avión violentamente, intentando evitar una colisión inminente con estos. Sin embargo, la súbita y violenta maniobra del B-17 resultó ser inútil.
El piloto informó en el interrogatorio de inteligencia que «mi ala derecha pasó directamente a través de un grupo de discos sin ningún efecto en los motores ni en la superficie del avión».
Los oficiales de inteligencia insistieron con sus preguntas. El piloto declaró además que se escuchó uno de los discos golpear el ensamblaje de la cola del avión. No obstante, ningún miembro de la tripulación sintió o presenció una explosión de ningún tipo.
El piloto explicó además que, a unos veinte pies de los discos —un informe confirmado por otros pilotos y miembros de la tripulación— observaron una masa de escombros negros de diversos tamaños, en grupos de tres por cuatro pies, flotando cerca de su avión.
Un informe enviado al coronel Kingman Douglas, jefe de inteligencia de la 8ª Fuerza Aérea en Londres, quien más tarde se convertiría en una de las figuras fundadoras de la CIA en 1947, también habla sobre el extraño avistamiento.
El interrogatorio y el informe posterior fueron clasificados en ese entonces como «Secreto». En el mismo, se lee que «también se observaron dos aeronaves (A/C) volando a través de los discos plateados sin sufrir daños aparentes. Se observaron discos y escombros en dos ocasiones más, pero no se pudo determinar de dónde provenían».
Nunca ha habido una explicación para este desconcertante incidente. Docenas de veteranos de combate experimentados, pilotos, artilleros y observadores, confirmaron los avistamientos y encuentros increíbles.
Pero había otra nota al pie. Una búsqueda en los registros de combate mostró que discos similares, en formación y actuando de manera similar a lo descrito en la Misión 115, fueron observados por otras tripulaciones en misiones de bombardeo antes y después de la Misión 115 del 14 de octubre de 1943.
Un B-17 regresando a Inglaterra sobre Schweinfurt envuelto en llamas. Crédito: Museo Nacional de la Fuerza Aérea de EE.UU.
¿Qué eran estos pequeños discos que se movían como enjambres, atravesando el fuselaje de los aviones sin dejar rastro? ¿Sondas asociadas a los enigmáticos Foo Fighters? ¿Una tecnología nazi ultrasecreta o, quizás, algo de origen extraterrestre?
Lo cierto es que en aquel entonces los drones no existían para echarles la culpa...
Referencias:
Por MysteryPlanet.com.ar.
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Si son discos lo más probable que sean extraterrestre. Es verdad que los nazis desarrollaron vehículos con forma de disco, pero no fue muy exitoso como la gente cree.
Una posibilidad inquietante, y quizás una gran razón detrás del encubrimiento de los UAP, es el supuesto derribo deliberado de naves no humanas.
Dos fuentes afirman a Libération Times que naves no humanas [UAP's] están siendo derribadas utilizando un repetidor de forma de onda de radar específico, un método que también se utiliza para atraerlas, agregaron.
Ross Coulthart: “Estamos usando armas de microondas de alto pulso contra naves no humanas”… “Dios sabe lo que les estamos haciendo a los seres extraterrestres dentro de esas naves”… “Que el cielo nos ayude si alguna vez hay un ajuste de cuentas por los crímenes e inmoralidades que hemos cometido en nombre de la seguridad nacional”.
Siempre se ha dicho que los pulsos electromagnéticos de algún tipo podrían derribar estas naves. Supuestamente interfiere con su capacidad para maniobrar en vuelo y por eso se estrellan.
Sigo siendo un poco escéptico que tengamos tecnología para derribar a los ovnis, pero estaría bueno ver la evidencia algún día. Si resulta que es el caso.