El 30 de abril de 1945, Adolf Hitler se suicidó junto con su esposa en un búnker subterráneo para evitar ser capturado por el Ejército Rojo. A principios de mayo, los soviéticos ya habían encontrado e identificado por lo menos algunos de los restos del cadáver del Führer... O al menos eso cuenta la versión oficial.

Adolf Hitler y Eva Braun.

Documentos desclasificados por el FBI hace pocos años (2011) prueban que el gobierno de Estados Unidos sabía que, a finales de la Segunda Guerra Mundial, Hitler había logrado escapar de Alemania y se encontraba sano y salvo en algún lugar de los Andes. Se especifica incluso que el medio utilizado fue un submarino que secretamente se abrió camino hasta la costa de Argentina, depositando allí altos mandos del Tercer Reich.

El informante misterioso

En el documento fechado en agosto de 1945, se lee que el informante no identificado, quien afirma ser una de las cuatro personas que recibió a Hitler, hizo un trato para intercambiar información a cambio de asilo político. Según el informante, dos submarinos habrían escapado y llegado al sur de Argentina, Hitler y Eva Braun estaban en el segundo.

Captura de la primera página del documento del FBI (descargable al pie de este artículo).

En la segunda página del documento se lee:

De acuerdo a [CENSURADO], él fue uno de los cuatro hombres que recibió a HITLER y sus camaradas que arribaron en dos submarinos a Argentina aproximadamente dos semanas y media después de la caída de Berlín. [CENSURADO] alega que el primer submarino llegó a la costa cerca de las 11.00 p.m. Luego que se asegurara un desembarco sin complicaciones, un doctor y varios hombres fueron los primeros en pisar tierra. Pasadas dos horas, arribó un segundo submarino donde estaban HITLER, dos mujeres, otro doctor, y varios hombres más. Tomando en cuenta los dos arribos, eran aproximadamente 50 personas.

Seis oficiales argentinos de alto rango tenían todo preparado, incluyendo caballos para el transporte por tierra. Posterior a la carga de las provisiones, durante el día se emprendió el viaje hacia las montañas del sur de los Andes. Para el anochecer, el grupo llegó a un rancho donde, según [CENSURADO], HITLER y sus camaradas se ocultan en la actualidad.

[CENSURADO] explicó específicamente que los submarinos arribaron en la Península de Valdés, golfo de San Matías, en el sur de Argentina; y que en los alrededores de esta zona existen varios lugares donde algunos de los alemanes eventualmente se quedaron. [CENSURADO] nombra a San Antonio (Oeste), Viedma, Neuquén, Muster, Carmen (de Patagones), y Rawson.

El gobierno argentino no solo habría recibido al dictador germano, además lo habría ayudado a esconderse. El informante, cuyo nombre está censurado en el documento del FBI por obvias razones, ofrece datos precisos que son lo suficientemente creíbles como para ser considerados como fidedignos por los agentes.

A pesar de esta información detallada, sospechosamente Estados Unidos no movió un dedo para seguir las pistas... ¿Por qué?

Más evidencias

Estos archivos desclasificados del FBI no son la única evidencia que apuntan a que Adolf Hitler y Eva Braun no murieron en aquel mítico búnker.

En 1945, un Attaché Naval en Buenos Aires informó a Washington sobre la alta probabilidad de la llegada del Führer a Argentina. Se habían reportado avistamientos de un submarino U-530.

El U-530, comandado por Otto Wermuth, emergió misteriosamente en el puerto de Mar del Plata tras pasar semanas dejando pasajeros en las costas más al sur.

Otros indicios vinieron de la mano de algunos periódicos que hablaban sobre la construcción de una mansión de estilo bávaro en la falda de los Andes. Posteriormente, el arquitecto Alejandro Bustillo escribió acerca del diseño y construcción de la nueva casa de Hitler, la cual habría sido financiada por acaudalados inmigrantes alemanes.

Las contradictorias pruebas de ADN

Una de las evidencias más contundentes que prueban la supervivencia de Hitler tras la Segunda Guerra Mundial, yace en la tierra de los zares.

Recientes versiones surgidas en los años 1990 del lado ruso, confirman que los soviéticos, después de una infructuosa búsqueda en la que incluso llegaron a especular con la posibilidad de que en la Cancillería hubiera permanecido un doble de Hitler mientras éste escapaba de Berlín, por fin dieron con los restos casi irreconocibles de Hitler, Braun y la familia Goebbels, y que estos, en el mayor secretismo posible, fueron transportados en cajas especiales a la frontera, a un cuartel militar que luego pasaría a ser territorio de la República Democrática Alemana.

Estos restos permanecieron enterrados bajo un jardín de dicho cuartel en la ciudad de Magdeburgo y sólo algunas autoridades de la NKVD sabían dónde estaban, hasta que en 1970 fueron exhumados, se extrajo el cráneo a Hitler y el resto fue incinerado para evitar que su tumba fuera objeto de veneración.

Se demostró que el presunto cráneo de Hitler recuperado por los soviéticos era en realidad el cráneo de una mujer.

No se ha podido dar con el cráneo de Hitler, pero una parte signada como tal, el hueso parietal de su caja craneana, está en un Museo soviético. Sin embargo, en septiembre del 2009, el arqueólogo Nick Bellantoni anunció que, luego de un análisis de ADN practicado a los restos, se determinó que el fragmento del cráneo correspondería a una mujer de entre 20 y 40 años de edad...

Con toda la evidencia surgida en los últimos años, la posibilidad de que el Führer haya escapado y disfrutado una vida apacible en Argentina, es extremadamente alta. Aunque eso no es lo más peculiar del asunto, sino más bien que para tal aventura contó con la complicidad de agencias de inteligencia a nivel internacional que se encargaron que así fuera.

 Hitler escapó a Argentina - Documento del FBI (7,8 MiB, 2.783 hits)
Descripción de archivo: Documentos desclasificados por el FBI hace pocos años (2011) prueban que el gobierno de Estados Unidos sabía que, a finales de la Segunda Guerra Mundial, Hitler había logrado escapar de Alemania y se encontraba sano y salvo en algún lugar de los Andes. Se especifica incluso que el medio utilizado fue un submarino que secretamente se abrió camino hasta la costa de Argentina, depositando allí altos mandos del Tercer Reich.