Por el Maestro Chan Shih Jian Liao

Todos enfrentamos problemas diferentes en nuestras vidas y todos deseamos poder resolverlos. Sin embargo, esto no es una tarea fácil; nuevos obstáculos surgen a menudo durante el proceso, ya que los problemas tienen una base emocional y las emociones enturbian la Mente. Las emociones ocurren cuando no estamos en capacidad de domar nuestra Mente y cuando no reconocemos ni manifestamos la naturaleza de ésta. Es sólo cuando vemos con claridad nuestra Naturaleza Primordial que podemos superar los retos de la vida y resolver nuestros problemas. No es difícil ser una buena persona y hacer actos de caridad, que son considerados virtudes en todas las principales religiones. La capacidad de hacer buenas obras se debe a nuestros buenos pensamientos que generan buen karma. El Buda enseña que cada cual crea y experimenta su propio karma. La doctrina del karma es sutil y muy intrincada. Reducida a su significado más elemental, el karma representa la suma total de nuestras acciones y su manifestación en pensamiento, palabra y obra. Se puede entender como la manifestación de una relación de causa y efecto, o lo que es lo mismo, la manifestación de causalidad.

No es fácil ser consistentemente bueno, pues la Mente frecuentemente lo dicta de otra manera. La inhabilidad de domar la Mente llega a ser entonces, la fuente del sufrimiento.

En el budismo Chan se dice que: “el lograr el estado de Buda es lo mismo que domar la Mente; amaestrar la Mente es el camino para llegar a ser un Buda”.

El domar la Mente es poder deshacerse de nuestras costumbres, renunciar a todos los apegos y a la vez estar conscientes de nuestra Naturaleza Primordial. El Buda estaba consciente de la naturaleza absoluta de la Mente. Es por esta razón que uno puede hablar a la perfección de sus obras pues ellas son la manifestación de la Mente pura. Por lo tanto, se puede decir que la Mente del Buda es completamente libre. Como las personas comunes no entienden o reconocen la naturaleza de la Mente, ellas no pueden hacer que su Mente trabaje para ellas en la manera que a ellas les gustaría. Cuando necesitan recordar algo ocurrido, éstas no pueden hacer que la Mente recuerde lo que ya ha sido olvidado. Sin embargo, la Mente persiste en recordar lo que ellas desean olvidar.

Cuando se experimentan altibajos emocionales tales como sentimientos de rabia, la orden de eliminar esta emoción negativa falla, pues la Mente está recubierta con apegos. Cuando la Mente no ha sido domada, el resultado es el sufrimiento.

El propósito fundamental de la meditación es ayudarnos a reconocer la naturaleza de la Mente, a adquirir maestría sobre ella y a hacernos conscientes de la claridad de ésta. Una Mente que no ha sido domada es una Mente llena de preocupaciones. Las preocupaciones son creadas por una Mente que no ha sido domada, pensando lo que no se debería pensar y viceversa, no pensando lo que se debería pensar. En consecuencia, la vida no puede ser vivida a plenitud a menos que se adquiera maestría sobre la Mente. La rabia, por ejemplo, es una manifestación de una Mente indómita.

Uno puede ser incitado a sentir rabia sólo si uno así lo desea. La risa sigue el mismo patrón. Ambos provienen desde adentro. Cuando estamos de mal humor, hasta los chistes de nuestro comediante favorito nos parecen sin gracia, a menos que nuestra Mente se encuentre libre de preocupaciones y apegos. Esto prueba que el cultivo de la Mente es una tarea individual. Los fenómenos externos no son responsables de la creación de nuestros pensamientos. De hecho, es la Mente la que crea todos los fenómenos. Todos los estados del ser son creados por la Mente. Por ejemplo, cuando alguien cuenta un chiste, la Mente se libera de todas las preocupaciones. Esta liberación crea un estado de bienestar. No es el chiste el que crea este estado. El chiste solo juega un papel de catalizador. El chiste simplemente cambia el punto de concentración de la Mente y permite que los pensamientos negativos se alejen. Si la Mente no fuera capaz de reenfocar los pensamientos, el chiste no generaría en nosotros un cambio de humor. Simplemente dicho, un estado de bienestar puede solamente ser inducido si así lo escogemos y esta selección se hace con la Mente.

Las elaboraciones conceptuales son parte de nuestra personalidad. Cuando no somos amos de nuestros pensamientos entonces somos victimas de ellos. Como mencionamos previamente, la rabia es una manifestación de una Mente indómita. La rabia descontrolada simplemente revela a una Mente sin experiencia que no ha logrado una maestría sobre si misma. Por lo tanto, para obtener la sabiduría sobre la vida y encontrar el camino hacia la iluminación, uno debe primero ser el amo de su propia Mente.

La Mente de una persona ordinaria esta generalmente obscurecida por sus apegos a dualidades como “el bien” contra “el mal” o lo “correcto” contra lo “incorrecto”. La Mente de un sabio o de una persona que ha logrado completa iluminación, y que ya no esta sujeta a la muerte y renacimiento, se encuentra constantemente en un estado de vacío y de comprensión. En realidad, el vacío y la comprensión no son sino dos características de la Mente Pura. Ningún pensamiento de tal individuo esta nunca separado de la Mente. La Mente Pura no es un vacío. Al contrario, es muy creativa y amoldable. Al igual que una copa de vidrio, su propósito de contener y transportar agua no se puede realizar sin antes estar vacía. Si uno tiene apegos, entonces uno no puede ver la realidad, porque la Mente no es pura. Todo pensamiento o estado anímico se origina en la Mente. Dentro de esta claridad se encuentra la gran perfección y liberación. Dentro de esta gran perfección se encuentra la claridad.

Por lo tanto, para alcanzar la iluminación total y poder controlar la Mente, hay que primero amaestrar la Mente. Por ejemplo, la ambición y la rabia desmedidas originadas en la Mente modifican la conducta humana. Entonces, cuando la rabia y la ambición embargan a una Mente no entrenada en ser ama de sí misma, la Mente se hace esclava de esas emociones bajo la presión del pensamiento conceptual. Una persona ordinaria queda atrapada en el ciclo de muerte y renacimiento a causa de una Mente indómita. Una persona ordinaria es aquella que no ha logrado maestría sobre su Mente.

Los Hábitos

Las emociones y los hábitos de una persona son cultivados de una manera individual. Con la práctica de la meditación viene la internalización de que todos los pensamientos son creados por la Mente y que reciben instrucciones desde dentro de nosotros. En una palabra, un pensamiento que no ha provenido desde nuestra Mente nunca puede aparecer en la Mente.

Los pensamientos involuntarios o, dicho de otra forma, nuestros hábitos nos impiden obtener la maestría sobre nuestra Mente. De allí surge el dicho de que “lo que es habitual se convierte en natural”.

Nuestros hábitos o costumbres llegan a ser una segunda naturaleza en nosotros y esa segunda naturaleza se convierte en nuestros reflejos. Estos reflejos son tan familiares que llenan todo el espacio de nuestra Mente. Esto explica el por qué, al nacer, no necesitamos que emociones como la rabia y la envidia nos sean enseñadas. Estas emociones habituales se manifiestan sin ser llamadas, lo que significa que ellas se han cultivado gradualmente y se conducen de una forma automática.

En las actividades del día a día cada individuo necesita hacerse las siguientes preguntas: ¿Qué me mantiene funcionando? ¿Qué me mantiene moviéndome? ¿Cómo se relaciona mi vida con mi entorno?

Los hábitos motorizan a nuestro comportamiento y nuestro comportamiento esta condicionado por nuestros pensamientos habituales. Por ejemplo, consideremos a una persona que le encantan las hamburguesas. Al principio, el concepto de hamburguesa es un concepto sin significado para esa persona. Sin embargo, una vez que el gusto por la hamburguesa ha sido adquirido a partir de comer lo mismo todo el tiempo, entonces el comer hamburguesas se convierte en un fuerte hábito. Cada vez que uno va a un restaurante de comida rápida, la hamburguesa se convierte en la orden del día. Esta es la forma en que nuestros hábitos respectivos se crean y se convierten en nuestros patrones de comportamiento.

Cuando uno se acostumbra a tomar cierto camino todo el tiempo, se hace difícil que nos persuadan a cambiar de ruta; y es allí donde reside el meollo del problema. Cuando nuestros hábitos no están en sincronismo con el estado de nuestro entorno, entonces surgen los disgustos y las emociones se hacen turbias. La fuente del sufrimiento esta basada en la inhabilidad de abandonar nuestros hábitos.

La Mente

Todos lo seres conscientes poseen la Mente. La idea de que cada persona posee lo que se necesita para hacerse un sabio o para alcanzar el estado de Buda es parte inherente de las culturas orientales. En la cultura occidental tal concepto es virtualmente inexistente. Es un hecho el que cada individuo posee la Mente y que con empeño y determinación podemos sobreponernos a las aflicciones kármicas. Esto abre el camino hacia la iluminación. Por lo tanto, al dejar ir los apegos, la Mente se purifica y se logra la iluminación. El propósito de la meditación es el guiarnos a lo largo de ese sendero.

Todo individuo es como un granjero dueño de lote de terreno. La Mente puede ser cultivada de la misma forma en que un granjero cultiva su tierra. Los pensamientos son como semillas que el granjero siembra. Un buen pensamiento es una buena semilla sembrada en la Mente. De la misma forma, un mal pensamiento es una mala semilla sembrada en la Mente. Inevitablemente, estas semillas van a crecer y van a dar flores y frutos; cada individuo debe hacerse responsable por su cosecha. En otras palabras, uno vive de acuerdo a los hábitos que hemos cultivado. De acuerdo a la ley de causalidad, cada semilla sembrada producirá frutos. Esto explica por qué cada uno de nosotros llevamos vidas diferentes.

Los hábitos son obstáculos para lograr la iluminación. La humanidad sufre las consecuencias de acciones inducidas por el hábito. Todos los seres conscientes poseen una Mente. Sin embargo, para poder estar anclado en la Mente, todos nuestros hábitos deben ser abandonados para que no impidan la concientización del pensamiento. En otras palabras, los hábitos hacen que permanezcamos atados a las cosas materiales. Uno cae en la dualidad y la Mente se mantiene escondida. El estado de Buda es alcanzado a través de la liberación de los apegos a juicios personales, estructuras mentales y hábitos. Abandonando todo esto, la Mente puede revelar su Naturaleza Primordial.

¿Qué es la Mente pura? El Maestro dice: “yo estoy hablándole a Usted y Usted me esta oyendo. La capacidad de oír sin discriminación, sin la intervención de interpretaciones o juicios es una capacidad de la Mente pura”.

Si la Mente juzga y discrimina, entonces no puede ser llamada Mente pura. Esa es la Mente de la persona ordinaria que se encuentra controlada por apegos.

Tomemos por ejemplo el fenómeno de la audición. Unas personas pueden oír y otras no. El sordo esta conciente de que no puede oír los sonidos. Este saber es una característica inmutable de la Mente. La habilidad de estar consciente de la ausencia de sonido en el sordo no es diferente en nada de la habilidad de estar consciente de la presencia de sonido en las personas normales. Esta habilidad es inherente en todos los seres humanos, tanto adultos como niños. La Mente no posee forma, no discrimina y tampoco tiene ni comienzo ni fin. No puede ser creada o destruida. Todos poseemos la misma Mente. Ahora, debido a distorsiones la unicidad de la realidad se ha fragmentado en dualidad. Por lo tanto, la Mente discriminatoria hace que diferentes individuos oigan cosas diferentes aunque las mismas palabras hayan sido empleadas. Entonces, cada uno se forma una noción y conceptos diferentes basados en las mismas palabras como resultado de acondicionamiento a una forma especifica de pensar. Lo que ha sido manifestado por la Mente pura (la verdad) es comparado con lo que ha sido alterado debido a juicios o interpretaciones personales (realidad subjetiva).

Diez personas oyendo la misma charla pueden llegar a conclusiones diferentes. Veinte personas oyendo la misma charla pueden llegar a veinte conclusiones diferentes. Esto ocurre porque así como el granjero ha sembrado semillas diferentes que han producido flores y frutos diferentes, cada individuo cultiva hábitos diferentes que contribuyen a su karma personal. Uno cosecha lo que se ha cultivado. Es así de simple y sencillo. Por lo tanto, cuando uno encuentra alguna adversidad nadie más que uno mismo puede ser culpado. De la misma manera, cuando cosas buenas ocurren, la Mente debe mantener su estado de equilibro. Es importante recordar que el lote de tierra asignado a cada uno de nosotros es igualmente capaz de producir flores y frutos. Así como el agricultor cuyo duro trabajo resulta ser una buena cosecha, así uno cosecha los frutos de la vida cuando la vida se vive con Mente pura. La meditación ayuda a calmar la Mente y nos lleva hacia la concientización de la Mente pura.

La Iluminación

Las personas que están firmemente atadas a apegos tienen menos probabilidades de ver la Mente pura. Aunque la Mente es universalmente inherente, los apegos obscurecen la visión y obstruyen el reconocimiento de la Realidad. Los hábitos distorsionan la realidad cuando ésta se filtra a través de las impresiones personales. La subjetividad, entonces, explica el por qué una charla puede ser interpretada y entendida de tantas maneras diferentes. Aunque un mensaje pueda tener un solo mensaje intrínseco, puede ser fracturado en muchas interpretaciones de acuerdo al condicionamiento personal. En otras palabras, al pensamiento subjetivo. En consecuencia, esto crea una brecha en el discernimiento entre lo que es la pura Mente (que viene de una Mente sin apegos) y el río de pensamientos que reflejan juicios e ideas personales. Esto es un estado de ilusión.

No ha sido entendido que la mente subjetiva (el ego) define las experiencias personales. Tampoco ha sido entendido que ésta es la fuente de todo sufrimiento. Nuestro entorno se define por nuestros hábitos y por nuestra forma de pensar. Esta capacidad es inherente en todos; como los seres humanos usan esta capacidad para cultivas sus hábitos y percepciones, ellos solo aceptan las definiciones e interpretaciones de sus entornos. Esto, por supuesto, conduce a millones de realidades subjetivas. Por lo tanto, en Chan, se dice que el alcanzar la iluminación es equivalente a la liberación de nuestros propios juicios y hábitos.

Estos juicios y estructuras mentales se generan por nuestros apegos. Los juicios y los hábitos que nos impiden liberarnos del sufrimiento pertenecen al dominio del ego el cual oculta la Mente pura. El Chan no enseña que sólo existe un método para alcanzar la iluminación. El creer que solo existe un método para lograr esta meta suprema sería un engaño. ¿Cómo puede una persona alcanzar la iluminación si está atada a un engaño? Lo que uno necesita es alcanzar la iluminación, cosa que es una característica inherente de la psiquis humana. Sin embargo, debido a que la mayoría de los individuos no están en capacidad de alcanzar la iluminación repentina, ellos se basan en la modificación gradual de sus hábitos y estructuras mentales para lograr este estado supremo de la psiquis humana. La Mente no iluminada está acostumbrada a formar impresiones y a aferrarse de éstas y por lo tanto requiere la presencia de una estatua del Buda o de un Bodisatvas en la sala de meditación para estabilizar y mantener un estado solemne de la Mente. Entonces, esta charla sobre el Darma debería ayudar a cultivar y a fortalecer el entendimiento sobre el pensamiento correcto.

Una Mente no iluminada permanece en un constante estado de flujo ya que se apega continuamente a fenómenos externos.

La Mente de una persona ordinaria genera buenos pensamientos bajo buenas circunstancias y malos pensamientos bajo malas circunstancias. Esa Mente forma impresiones y le asocia definiciones constantemente.

La formación y percepción de pensamientos en la Mente ocurren de una manera simultánea. Esta capacidad es inherente en nosotros. Sin embargo, la habilidad de pensar de una persona ordinaria es provocada por estímulos externos. Por ejemplo, la capacidad de llorar y reír es inherente en nosotros. Uno solo puede llorar o reír por uno mismo. Cuando esta capacidad es provocada por algo externo, la Mente primero evalúa las circunstancias y luego reacciona a la situación de acuerdo a su evaluación. En consecuencia, la Mente divaga a medida que las circunstancias cambian. Cuando las capacidades de la mente son influenciadas por nuestro entorno, uno pierde control sobre la Mente.

En este momento, es importante repetir que todos los pensamientos y emociones se originan en nuestro interior. La habilidad de controlar nuestros pensamientos y emociones es inherente en cada uno de nosotros. Por lo tanto, la Mente debe estar quieta para que no sea influenciada por las circunstancias. Para poder suprimir las emociones negativas todos los apegos a las circunstancias deberán ser apartados. Si uno inhibe el pensamiento de rabia, por ejemplo, uno no sufrirá de los sentimientos no placenteros de ella. La rabia no es intrínseca en la psiquis humana. Es en vez un hábito cultivado, pues si la rabia fuera inherente en nosotros, no podríamos desprendemos de ella y permaneceríamos iracundos.

En el Chan se dice: “lograr la iluminación es ver la Mente pura”. Como los hábitos son cultivados y acumulados sobre muchas vidas, no es fácil alcanzar la iluminación repentina. La purificación de la Mente es facilitada por medio de la meditación, postraciones ante la estatua del Buda, arrepentimiento, la entonación de sutras (discursos) y mantras, y a través de votos. Todo esto ayuda a eliminar los apegos y permite que la pura Mente se manifieste. La Mente es como un espejo, la cual tiene la capacidad natural e inherente de reflejar cualquier cosa ubicada frente a ella. Estas reflexiones no afectan de ninguna manera la naturaleza del espejo. El ver con la naturaleza de la Mente es ser libre de ilusiones y lograr la verdad de la vida.

El Método del Conteo Durante la Respiración

Al comienzo del entrenamiento en la meditación es altamente recomendable el uso de la técnica del conteo durante la respiración. Este método ayuda a calmar y aquietar la Mente. Como la vida depende de la respiración, ésta nos recuerda constantemente que debemos estar conscientes de las actividades de la Mente.

La postura del cuerpo durante la meditación varía. Por ejemplo, la posición de loto completo requiere que crucemos las piernas y descansemos ambos pies sobre los muslos. Si esta posición es demasiado difícil, uno puede intentar la posición de medio loto que consiste en descansar un solo pie sobre el muslo de la otra pierna. Si esta pose es todavía muy difícil, entonces será suficiente con cruzar las piernas. Los hombros deben estar relajados y las manos deben formar la mudra del Diamante.

El cuerpo debe estar relajado, la espalda debe estar recta pero no tensa. Al principio, el mantener los ojos cerrados ayuda a estar enfocados. Después de practicar por un periodo de tiempo, los ojos se abrirán escasamente por sí solos. Para evitar quedarse dormido durante la meditación, uno solamente necesita mover el cuerpo un poco o subir la barbilla para permitir el flujo de sangre a la cabeza a través de las arterias que se pasan por el cuello.

Durante la meditación, es preferible mantener una luz encendida detrás de nosotros. Esta luz debe ser lo suficientemente débil para evitar distracciones, pero lo suficientemente fuerte para evitar que nos adormezcamos. Es importante que las rodillas estén cubiertas con una cobija para evitar que aire frío entre por ellas y nos cause problemas de salud. Por la misma razón, la parte trasera del cuello también debe estar cubierta. Estas instrucciones deben observarse aun durante el verano.

Una vez que la postura del cuerpo ha sido ajustada, entonces podemos prepararnos para iniciar el conteo de la respiración. Ajustar también la respiración antes del inicio del conteo ayuda a calmar la mente. Primero, es necesario ajustar la respiración inhalando por la nariz y exhalando por la boca. El próximo paso requiere respirar hacia adentro y hacia afuera tan despacio como sea posible. Al inhalar, el aire debe ser llevado completamente hacia el abdomen inferior y luego se exhala despacio por la boca. Este procedimiento debe repetirse tres veces. Después de esta preparación el meditador se encontrará listo para comenzar con el conteo de la respiración, que se realiza inhalando por la nariz y luego exhalando por la nariz al mismo tiempo que se cuenta mentalmente del 1 al 10 (o cualquier otro numero que se pueda sin exceder el 10). Al mismo tiempo, la punta de la lengua deberá estar tocando suavemente la parte delantera del paladar, detrás de los dientes delanteros superiores. Observe que solamente se cuenta durante la exhalación. No se cuenta durante la inhalación. Debe haber un intervalo de un segundo entre cada número. Debe mantenerse el ritmo del conteo. Si se cuenta muy rápido la Mente se sobre activará en vez de calmarse. La meta es contar claramente y permanecer enfocado.

El confiar en lo hábitos para activar las capacidades de la Mente es un fenómeno común; “lo que se hace habitualmente se convierte en natural” y eso es por lo que la Mente piensa sin estar consciente. Aunque no pueda ser detectada, esta falta de atención se debe a la autonomía del trabajo del inconsciente en la psiquis. Los pensamientos conceptuales que derivan del ego oscurecen la visión obstaculizando el entendimiento. Cuando nos encontramos frente a una mesa de banquete de 3 metros de largo, nosotros inmediatamente detectamos los platos que nos gusta e ignoramos los demás. Los platos que hemos ignorado se asemejan al inconsciente. Ellos existen aunque pasen desapercibidos. Los platos que nos gustan se asemejan a nuestros hábitos. Ellos inmediatamente atraen nuestra atención aun antes de que nos hallásemos formado una imagen general de la mesa. Por lo tanto, las impresiones del entorno externo se forman por los hábitos; todo lo que es oído, visto, experimentado y pensado son impresiones amoldadas por un acondicionamiento arraigado muy profundamente en nosotros. Es a través de la meditación que uno se hace consciente de aquellos pensamientos que no fueron notados. Mientras se medite en la Sala Chan, uno no debe mirar hacia fuera de la sala, ni hablar, ni oír ni prestar atención a distracciones externas. El propósito es mantenemos enfocados en nuestro interior para hacernos conscientes de nuestros pensamientos. Este entrenamiento conduce a la maestría de la Mente.

¿Cómo podemos alcanzar esta meta? Durante el conteo de la respiración es necesario que cada número sea visualizado claramente. Cuando los números aparecen claramente, uno está en control de la Mente. Si tales números, como el 1, 2, 3, 4, no se pueden visualizar claramente, ¿cómo podemos lograr el control durante un día atareado? ¿Cómo se puede disipar la rabia cuando ésta aparece? Meditar es entrenarnos para ser los amos de nuestros pensamientos, para domar nuestra propia Mente y acabar con el sufrimiento.

En resumen, para auto liberarnos y ser libres de problemas y reencarnaciones (Samsara), debemos alcanzar la maestría de nuestra Mente. El amaestrar la mente significa amaestrar nuestros pensamientos. La técnica del conteo de la respiración nos ayuda a observar y controlar la creación de cada pensamiento y estar conscientes de los números. La Mente no tiene forma y está mas allá del tiempo y del acondicionamiento. Nuestra atención es clara y libre de juicios. Esta atención se encuentra libre de la reencarnación (Samsara) y por lo tanto se puede describir como Nirvana o el estado de liberación.

El Camino hacia la Iluminación

El camino hacia la iluminación consiste de fe, entendimiento, práctica y realización. En todo lo que emprendamos en nuestra vida deberemos primero tener fe y segundo creer en lo que uno va a hacer, para garantizarnos el éxito. El entendimiento y la práctica van de la mano. Ellos se fortalecen el uno al otro y eventualmente conducen a la realización de la Realidad-Iluminación. El que no haya progreso en la práctica del budismo indica que uno debe trabajar más duro en profundizar la fe y el entendimiento y practicar mas diligentemente. La iluminación es el fruto. El pensamiento correcto es la semilla. La fe, el entendimiento y la práctica son como el aire la tierra, el agua y la luz, que proveen las condiciones óptimas para que las semillas se desarrollen y florezcan.

La práctica de la meditación cultiva la fe y el entendimiento. Los beneficios de la meditación abarcan el mantenimiento y el incremento de la salud, la claridad de la mente y la concentración. El apartar un tiempo en las mañanas y en las noches para meditar hace que la mente se enfoque más y esté atenta. Además, la práctica de la meditación cultiva la fe y el entendimiento. El oír charlas sobre Darma no es suficiente. El pensamiento ayuda a incrementar la compresión y el entendimiento del Darma. Este permanece en un estado conceptual y evita mayor progreso hasta que sus preceptos sean aplicados. Por lo tanto, es importante hacer a la meditación parte de nuestros rituales diarios. Una práctica disciplinada es necesaria para tener progreso continuo.

El entrenamiento de la Mente es esencial para tener éxito en el estudio del budismo. Cuando una práctica diligente de un método no produce los resultados esperados, uno deberá reexaminarse. El practicante deberá preguntarse a sí mismo: ¿Poseo una comprensión exacta del método? ¿Estoy practicando el método correctamente? ¿Estoy practicando con suficiente rigurosidad? Reflexiones sobre estas preguntas pueden resultar en un ajuste de la práctica, pues aun una pequeña desviación puede resultar en un desvío serio del curso correcto.

La fe es la base del progreso. Sin fe nada se puede lograr. Sin fe, no existe la realización. La Realización nace de la fe y la fe no puede existir sola permanentemente sin la realización. La relación entre la fe y la realización es de causa y efecto. El Buda fue un ser completamente iluminado. Al comienzo, Él era un ser humano ordinario. A través de la fe, el entendimiento, la practica y la realización, llegó a ser un Buda y manifestó la Mente pura. Una persona ordinaria es completamente capaz de llegar a ser un Buda, pues posee la misma Naturaleza. Si erradicamos las desilusiones y los apegos, si nos deshacemos de codicia, ignorancia, malos deseos, orgullo y dudas, podremos llegar a la realización de la Verdad que conduce hacia la Iluminación y al estado de Buda. El estado de Buda es una meta que debe ser alcanzada. En una manera similar, en confusionismo, la gente ordinaria se convierte en sabia a través de la práctica de la moral y la virtud.

El budismo enseña que el estado de Buda puede ser alcanzado a través de la maestría sobre la mente y la erradicación de las aflicciones mentales y desilusiones. A través de la práctica del Darma uno alcanza la iluminación y cristaliza la Realidad. El llegar a ser un Buda exige práctica y compromiso. Cuando uno se libera de los malos deseos y las desilusiones, la espiritualidad puede elevarse a niveles más altos, manifestándose un buen karma y un Darma diferente. Como cada pensamiento es purificado y cada desilusión erradicada, uno avanza firmemente hacia el estado de Buda.

A la meditación sentada como ya se expuso, le sigue la meditación caminando, pues el Zen enseña que uno debe encontrarse en estado meditativo en cada instante de nuestra vida, ya sea en estado de concentración o de actividad. Cada paso dado debe ser enfocado en el pensamiento correcto. En la meditación sentado cada respiración debe ser enfocada en mantener la pureza del pensamiento. Se dice que “la repetición del nombre Amitabha despierta la maestría dentro de cada individuo”. Esto no significa que el estado de Buda se logra a través de la repetición o entonación del nombre del Buda. La reverencia por el Buda, el Iluminado, es un recordatorio de que cada uno de nosotros tiene una Naturaleza Buda que requiere ser cultivada.

En última instancia, el Buda es la Mente pura que habita en cada uno de nosotros. El maestro verdadero es la Mente que nos permite oír, por ejemplo, una charla. La Mente es el amo de la existencia. Sin la Mente nada puede existir.

La Mente nos permite pensar y razonar. También nos permite ver, conocer y estar conscientes. El creer en los efectos de la recitación de los sutras producirá el efecto correcto. Alguna vez, cuando uno encuentra situaciones adversas, ¿recurrimos a la recitación de nuestro propio nombre o pensamos en nuestros padres? ¡No! En situaciones adversas uno se vuelve hacia nuestro sistema de creencias. La fe en el Buda y la reverencia hacia Él nos ayudará a vencer las adversidades. Es la reverencia creada por la Mente la que nos ayuda a elevarnos por encima de las situaciones difíciles. El recitar el nombre de Amitabha o contar durante la respiración es la alarma del reloj despertador que conduce hacia la maestría de la Mente y la manifestación de nuestra Mente pura. El poder contar uno, dos, tres, cuatro, etc., sin distraernos debido a otros pensamientos es el reflejo de una Mente purificada. Cuando uno hace que la Mente obedezca una orden uno se ha convertido en amo de la Mente.

La Mente Purificada

Mientras uno medita en la Sala Chan, es la concentración la que nos permite purificar nuestra Mente. Es muy importante que la Mente sea enfocada en la dirección correcta para que pueda dar los resultados correctos. Una Mente enfocada en buenos pensamientos produce buenos resultados. Una Mente enfocada en pensamientos inapropiados produce resultados inapropiados.

Mientras meditamos en la Sala Chan, uno debe esmerarse por eliminar todos los pensamientos, buenos y malos, todo tipo de discriminación y juicios. Solamente debemos enfocarnos en el método del conteo de la respiración. Uno debe contar cada número clara y concienzudamente. Esto puede parecer como una tarea sencilla; sin embargo, es más fácil decirlo que hacerlo, pues la Mente está acostumbrada a galopar como un caballo salvaje. Por lo tanto, no es raro el tener dificultades para calmar la Mente durante la meditación. Sin embargo, uno no debe dejarse intimidar por los pensamientos que nos llegan, ya que nos puede afectar el progreso en nuestra práctica. Es común que pensamientos no deseados lleguen a la Mente durante la meditación. Lo que es importante, sin embargo, es la confianza y la fe en que esos pensamientos pueden ser conquistados a través de la concentración. Una aplicación consistente de un método correcto resultará en menos y menos pensamientos errantes durante la práctica de la meditación. Por otro lado, la falta de concentración en los números nos causará que nos desviemos del camino correcto y experimentemos obstáculo tras obstáculo. Las personas ordinarias están constantemente discriminando entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto. Sus apegos a la discriminación y la dualidad evitan que la Mente pura pueda manifestarse (el camino del medio).

Durante la meditación, la espalda debe estar recta. Uno debe tener cuidado en no ejercer mucha fuerza, pues podría agravar el elemento fuego en el cuerpo. Por otro lado, si la espalda está muy relajada, uno se hace susceptible de adormecimiento y de pérdida de concentración. El preludio al adormecimiento es siempre el doblarse. Cuando el soporte del cuerpo se relaja, la Mente se turbia. Por lo tanto, uno no debe esperar confort y facilismo cuando comenzamos a practicar meditación. Al principio, la mayoría de la gente experimenta dolores, adormecimiento o distensión. Sin embargo, es necesario recordar que a medida en que uno progresa, estas incomodidades se reducirán y uno cosechará el fruto del trabajo duro y la perseverancia.

La Mente de la gente ordinaria ha estado divagando por mucho tiempo y, es por eso que el comienzo de la práctica espiritual de la meditación se asemeja al nadar contra la corriente. Cuando uno se sienta a meditar, la Mente generalmente rehusa a doblegarse al deseo del practicante. Uno se da cuenta cómo nuestros pensamientos han sido observados y controlados de una manera muy superficial. Cuando reconocemos esto, uno ya no se siente intimidado por la llegada de un pensamiento indeseado. Si uno se intimida, la Mente entra en pánico y se distrae, requiriendo mucho esfuerzo y determinación para sobreponerse a esas distracciones. El procedimiento completo puede ser comparado a nadar contra la corriente. Eventualmente nos llevará a la Fuente. Esa Fuente es nuestra Mente pura.

El Manejo los Pensamientos Errantes Durante la Meditación

Los hábitos que poseemos han sido creados sobre largos períodos de tiempo y, por consiguiente, su transformación requiere mucho tiempo y esfuerzo. El Bodisatva Samantabhadra (Bodisatva Pu Sien en China) dice, “si nuestros hábitos o aflicciones kármicas tuvieran forma y nuestros pensamientos pudieran proyectarse, aun el espacio infinito del Universo no los podría acomodar”. Esto explica el por qué al inicio de la meditación uno está inundado de pensamientos errantes.

Durante la meditación, es importante que no nos intimidemos o distraigamos por los pensamientos errantes. Tampoco deberían ser repelidos, pues repelerlos es lo mismo que repelernos a nosotros mismos. Ellos deben ser ignorados y al mismo tiempo traer el foco de la atención de nuevo al conteo de la respiración. Al contar los números, los pensamientos pasajeros se evaporan. Por ejemplo, si la mano derecha está sosteniendo un vaso de agua (pensamiento errante) y uno desea agarrar una servilleta (pensamiento correcto), habrá que soltar el vaso temporalmente para poder agarrar la servilleta. Esto implica que si la Mente se concentra en contar los números, tendrá que abandonar los pensamientos pasajeros. Repeler los pensamientos errantes es como rebotar una pelota: mientras más duro uno trata, mayor es la fuerza conque rebota hacia nosotros. La manera apropiada de manejar los pensamientos errantes es ignorarlos y continuar con el método de la respiración que estábamos practicando.

Cualquier cosa que aparezca deberá desaparecer al mismo tiempo, pues la impermanencia no es una verdad eterna. ¿Ha alguna persona existido para siempre? ¡No! Uno reacciona a los pensamientos errantes, los cultiva y estimula su crecimiento; mientras que si son ignorados, ellos desaparecen. Por lo tanto, uno no debe establecer una relación íntima con los pensamientos, ni tampoco debe esperar alcanzar Samadi inmediatamente. La paciencia y la perseverancia son esenciales para lograr las metas en la meditación.

Uno no debe desear confort o disfrute mientras se medita, pues tales deseos pueden distraer y entorpecer el proceso. Es aconsejable quitarse objetos como el reloj, anteojos y joyas y no recostarse contra la pared pues se podría bloquear la circulación del chi. De hecho, recostarse contra la pared por un periodo de tiempo largo puede generar problemas de salud.

Estas diferentes facetas del proceso son importantes y son cruciales para alcanzar las metas en la meditación. Como todas las cosas en la vida, uno debe tener primero un método antes de atacar un problema exitosamente. Aprender a meditar y desarrollar un crecimiento espiritual requiere dirección y método. Uno aprende a manejar y domar la Mente a través del conteo de la respiración. Generalmente, las personas no están acostumbradas a observar sus pensamientos de cerca y en forma clara. Por lo tanto, la habilidad de adquirir maestría sobre nuestra Mente requiere de un método. La práctica nos hace perfectos. El cultivo persistente de nuestra comprensión nos conduce a domar la Mente. Todos sabemos que los pensamientos errantes y de desilusión deben ser eliminados. Todos sabemos lo que se debe o no hacer. Sin embargo, no todos estamos capacitados para hacer lo que debemos, debido a la falta de conciencia. Si realizamos nuestras prácticas en la dirección correcta con diligencia y perseverancia, entonces nos garantizaremos buenos resultados. Uno debe tener fe y confianza en sí mismo. “La fe es el origen del logro de la Verdad”. La fe estimula la buena semilla que dará buenos frutos.

El Real Entendimiento

Sin la visión correcta o las creencias correctas, es difícil que uno crezca espiritualmente o que logremos algún progreso. Es por esta razón que el Buda nos dice: “Fe es el origen del logro de la verdad”. Sin fe, sin confianza en el potencial inherente para lograr la iluminación nada se puede lograr. Algunas personas pueden decir: “Déjenme primero entender el budismo y luego estudio las enseñanzas del Buda. Después de todo, ¿cómo puedo aprender algo que no entiendo?”. Esto puede sonar razonable al principio; sin embargo, cuando se considera más detenidamente, uno llega a otra conclusión. Por ejemplo, si fuésemos a comenzar estudios de postgrado en una universidad, ¿trataríamos primero de entender todas las materias que se dictan antes de ingresar en el programa? ¡Ciertamente que no! Uno necesita precisamente asistir a las clases, pues uno no conoce el material. Es importante entender el orden correcto de las cosas para no confundir un resultado con una causa, o un fruto maduro con una semilla. Esto significa que uno primero aprende y luego comprende. La práctica se profundiza con la comprensión. La educación de una persona ordinaria comienza al nivel primario y gradualmente progresa hasta el bachillerato y luego mas allá. Este proceso involucra mucha instrucción, por ejemplo, repetida corrección y mucha práctica. El conocimiento realmente se acumula lentamente. Requiere tiempo, diligencia y un deseo genuino de aprender. El comprender realmente al budismo es entender que uno no es diferente del Buda. El entendimiento real no viene del intelecto. Este abarca más que solamente poseer el punto de vista correcto. Tiene que ser practicado y realizado. El real entendimiento nos permite ver nuestra Mente pura y ubicarnos en un estado de la Mente similar a la del Buda. El conocimiento permanece en un nivel conceptual hasta que uno lo prueba y lo practica. Es entonces cuando uno adquiere un verdadero entendimiento del conocimiento.

En el estudio del budismo uno debe siempre preguntarse: ¿Poseo un entendimiento real de las enseñanzas del Buda? Si no tenemos fe o creemos que cada uno de nosotros tiene una Naturaleza Primordial, no es posible comprender el budismo y aplicarlo en cada aspecto de nuestra vida. La aplicación actual y la práctica del budismo en la vida diaria es esencial para lograr una vida de paz y gozo. Esto nos conducirá al logro de una Mente pura.

La vida no es para siempre. El pasado, el presente y el futuro son simplemente un reflejo de la naturaleza cambiante de la vida. Hay una historia que describe de una manera sucinta lo transitorio de las cosas. En el año 220 AC existía un hombre llamado Yang Tze. Yang Tze era una persona de pequeña estatura; pero su ingenio y sabiduría eran venerados y admirados por el emperador de ese tiempo. Un día, Yang Tze acompañó al emperador a supervisar el reino. Mientras miraba desde el borde del precipicio, el emperador fue sobrecogido por una emoción negativa y lágrimas comenzaron a rodar por su rostro. Entonces dijo a su séquito: “Yo soy el emperador y conquistador de todas las montañas y ríos de este reino y, sin embargo, no los puedo poseer para siempre”. Al oír esto, los oficiales en el séquito comenzaron también a llorar. Yang Tze soltó entonces una carcajada y dijo: “si una persona pudiera vivir para siempre, entonces ¡nunca habría sido su turno de ser emperador!”.

Debemos entender que la historia es un producto de la impermanencia. La impermanencia es, de hecho, una manifestación de la Verdad. ¿Qué es la Verdad? La Verdad ha permanecido constante a través del tiempo. No puede ser transformada en una idea. La filosofía, por otro lado, es una manera de razonar, es un embellecimiento de la idea de alguien más. Como es creada, es impermanente y no puede resistir la prueba del tiempo.

Si uno considera que el budismo es una religión y se dedica a recitar oraciones vanas, uno deberá examinar sus doctrinas (o sea, el Darma) de más cerca, pues una vez que la verdad del Darma es completamente entendida, la paz y el gozo llegan a ser una forma de vida y el budismo se convierte en una forma de vida más que una religión. A medida que la capacidad de la Mente se expande a través de la meditación, el entendimiento del Darma se profundiza inmensurablemente. En Budismo se enfatiza mucho que para alcanzar la iluminación, uno debe primero tener fe. La fe conduce al entendimiento, seguido por la práctica y la aplicación del Darma. Si obstáculos impiden la práctica y nuestra vida continúa llena de preocupaciones, esto implica que nuestra comprensión del Darma no es aun completa.

La visión correcta conduce a entendimiento correcto; el entendimiento correcto resulta en acción correcta. El Buda nos dice que la comprensión es la base de la Mente pura y la Mente pura es la base del Estado de Buda. A medida que uno aprende a domar la Mente a través de la meditación, la calidad de nuestra existencia mejora y nuestra vida comienza a vivirse plenamente. Una Mente calmada y en paz produce muchos méritos, siendo algunos de ellos buena salud, paz interior, entendimiento, mejores relaciones personales y, lo más importante de todo, compasión y sabiduría.

Extraído del libro: “Chan (Zen Chino)”.
Cortesía del Centro Zen Chung Tai de Houston.
Traducción al español: Humberto Figueroa.

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