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Arranca un 2018 que tendrá novedades fuertes en la agenda científica y un puñado de misiones que apuntan a brindar importantes revelaciones sobre nuestro universo.
Con fecha de lanzamiento estimada para mayo, la misión InSight de la NASA investigará el interior de Marte, para comprender cómo se formaron y evolucionaron los planetas rocosos, incluida la Tierra.
El robot estará dotado con un brazo articulado, un sismómetro y un sensor de calor que medirá directamente en la profundidad del suelo ondas sísmicas y señales térmicas. Los instrumentos de este avanzado visitante, que costó casi u$s 700 millones, están diseñados para detectar las variaciones más sutiles.
Pero el planeta es también el objeto de deseo de Elon Musk, quien avizora en la carrera espacial un futuro ventajoso. El excéntrico empresario sudafricano cargará un coche eléctrico rojo de su automotriz Tesla a bordo de un potente cohete (el auto hará las veces de un simulador de peso) para enviarlo a la superficie marciana.
«Un coche rojo para el planeta rojo. Los vuelos de prueba de nuevos cohetes generalmente contienen bloques de hormigón o acero. Eso parecía extremadamente aburrido. Por supuesto, cualquier cosa aburrida es terrible, especialmente las empresas, así que decidimos enviar algo inusual», escribió en su cuenta de Instagram.
La misión se perfila como el primer paso hacia su máxima ambición: enviar seres humanos.
La misión BepiColombo comenzará en octubre su viaje hacia Mercurio, el planeta más pequeño y menos explorado del Sistema Solar.
Cuando llegue, a fines de 2025, soportará calores extremos de 350° y cambios de temperatura tan bruscos que pueden hacer caer los termómetros a 0°. Recopilará datos durante un año, aunque sus investigaciones podrían extenderse un año más.
Fruto de la colaboración entre la agencia espacial europea y la japonesa, BepiColombo pondrá en órbita dos satélites (el Mercury Planetary Orbiter y el Mercury Magnetospheric Orbiter), que intentarán descifrar algunos de los interrogantes sobre la superficie, la estructura geológica y la composición de la atmósfera y los cráteres de Mercurio.
Será la tercera misión de la historia al planeta, pero ninguna de las anteriores contó con tantos recursos ni pudo aproximarse tanto como en esta oportunidad.
La sonda OSIRIS-REx, lanzada en 2016, cumplirá en agosto una tarea arriesgada y compleja: deberá aproximarse tanto al asteroide Bennu como para tocarlo y regresar a la Tierra con una muestra.
Descubierto en 1999, se sabe que es rico en carbón, que mide unos 500 metros y pesa más de 60 millones de toneladas. Al tratarse de un asteroide muy primitivo, examinar su material será abrir una ventana a los primeros tiempos de la galaxia y, quizás, al origen de la vida en nuestro planeta.
Más vale tenerlo vigilado: Bennu —bautizado con el nombre de un ave egipcia mitológica asociada tanto con el Sol como con la muerte— pasará entre nuestro planeta y la luna dentro de poco más de un siglo. Según los científicos, la travesía alteraría su órbita y no descartan, aunque las probabilidades son bajas, que impacte contra nuestro planeta.
Entre fines de julio y mediados de agosto, partirá al sol una misión que la NASA calificó como «histórica». Para la agencia espacial estadounidense, Parker Solar Probe «revolucionará la comprensión» sobre nuestra estrella.
En su viaje a través de su atmósfera y la corona solar, se acercará a su superficie más que cualquier otra nave, en medio de condiciones terribles de calor y radiación. La tecnología para protegerlo es clave: con temperaturas cercanas a los 1.400°, será vital mantener en condiciones favorables la carga útil y los instrumentos para estudiar los campos magnéticos y el viento solar.
Pero unos meses antes, la Solar Orbiter europea llevará al sol un conjunto de 10 instrumentos de estudio de última generación. Durante su misión de siete años realizará mediciones sobre las partículas energéticas y enviará imágenes de altísima resolución.
Además, mantendrá una órbita inclinada que le permitirá analizar las regiones polares del sol, que no son visibles desde la Tierra, lo que arrojaría luz sobre aspectos desconocidos.
El CHEOPS (CHaracterising ExOPlanet Satellite) será la nueva apuesta en la incesante búsqueda de exoplanetas.
El telescopio espacial se dedicará a observar a los planetas en su tránsito a través de sus estrellas, con un sistema de medición de luz con una precisión inédita. En la técnica de «fotometría de tránsito», CHEOPS monitoreará cada estrella en forma individual: calculando el descenso en la señal durante el paso de un planeta, los astrónomos podrán precisar el radio de un exoplaneta y obtener datos sobre su densidad y su composición.
Estará abocado principalmente a los planetas extrasolares de menores dimensiones, situados entre el radio de la Tierra y el de Neptuno.
Por Carlos Pagura.
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1 comentario
15:20
¡¡¡ SSSSIIIIII esta es la mejor contribución al descubrimiento y investigación científica del universo que los yankys hacen muy bien !!! . ¡¡ Pero NO querer HACERSE CON LA HEGEMONIA MUNDIAL Y NO SEGUIR PROVOCANDO CON MENTIRAS POTENCIALES GUERRAS QUE NO LE HACEN BIEN A LA HUMANIDAD !!
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