Glosario de Dioses Egipcios (LETRA R)

Ra

Nombre egipcio: Ra.
Nombre griego/romano: Helios.
Divinidad griega: Helios.
Representación: Hombre con cabeza de halcón o de carnero, tocado con un disco solar y ureo.

Cuando figura con cabeza de carnero tiene dos cuernos horizontales retorcidos (Ovis longipes palaeoagyptiacus). Bajo su manifestación animal se presenta como un halcón, carnero, pájaro benu y, quizá, un saltamontes. También puede tener forma de gato, de león o de toro Merur, considerado el ba de Ra. Igualmente es un icneumón, una mangosta o un escarabajo (bajo la forma de Jepri). La esfinge tiene también un marcado carácter solar.

Sinopsis: Durante el Reino Antiguo fue el dios más poderoso y contó con un clero considerable e influyente, el dios solar más trascendental del panteón, “El Padre de Todos los Dioses”. Él se fusionó y se superpuso a Atum y a Horajty, siendo éstos aspectos de Ra, es decir, del Sol en el cénit, con el que pronto se confunden. Tiene la carne de oro, los huesos de plata y el pelo de lapislázuli y sobre la cabeza lleva el ureo, que le protege escupiendo fuego contra sus enemigos, siendo éste una parte del dios y, a la vez, su propia hija.

Su importancia arranca del Periodo Tinita pero verdaderamente empezó a despuntar en la dinastía IV; Radyedef introdujo en el protocolo real el título de “Hijo de Ra”, y los monarcas dejaron de ser idénticos al Sol a convertirse en hijos de éste. En la dinastía V, el poder de Ra y de su clero quedó completamente establecido, alcanzando una importancia que jamás había tenido ningún otro dios. Tanto es así, que casi todos los dioses del panteón sufrieron una solarización a partir de la dinastía V, consolidándose en el Reino Medio. De este modo, vemos aparecer divinidades que conservan su carácter original pero a las que se añaden cualidades del Sol. A sus propios nombres se les agrega el de Ra; Amón Ra, Montu Ra, Sobek Ra, Horus Ra, son algunos de estos ejemplos. Sólo Ptah, dios creador de la cosmogonía menfita, no sufrió esta fusión.

Ra es el artífice de la creación y de todo lo que se encuentra en la tierra y en los cielos; está a la cabeza de la cosmomogonía heliopolitana, pero también participa en otros muchos mitos de creación. Lamentablemente no existe un tratado completo que recoja la tradición heliopolitana, para ello debemos dirigirnos a distintas fuentes, entre las que caben destacar los Textos de las Pirámides, el Papiro del Museo Británico 10188, Versión B y el papiro Bremner Rhind III.

Una leyenda, recogida en el papiro Westcar, hace de Ra el padre de los primeros reyes de la dinastía V. El Sol se habría encarnado en el rey para fecundar a Raddyedet, madre de los trillizos Niuserra, Sahura y Neferirkara (teogamia), fundadores de esa dinastía.

Para él se construyeron templos solares, obeliscos, esfinges y grandes pirámides (estas últimas son la representación pétrea de los rayos del Sol al llegar a la tierra), y en Heliópolis se le veneraba bajo la forma de la piedra Benben.

En el Reino Nuevo, y en su aspecto funerario, se fundió con Osiris y con Amón. Él era el Sol en el cielo diurno y Auf Ra el Sol en el Mundo de los Muertos, dos aspectos de una misma divinidad. El Sol debía atravesar cada noche el interior del cuerpo de Nut y recorrer el Mundo Subterráneo, para amanecer en la mañana rejuvenecido. En este deambular tenía como enemigo principal a la serpiente Apofis.

Protagonizó una curiosa leyenda, recogida en dos papiros de la dinastía XIX que se conservan en el Museo Egipcio de Turín y en el Museo Británico de Londres. En dicha historia, la diosa Isis, amparada por su magia, logró enfermar seriamente al dios para, por medio de promesas de curación, robarle su nombre secreto y obtener su poder y su fuerza.

Los textos del Reino Nuevo evocan la balanza con la que él pesa la conciencia de los difuntos. Sin embargo este papel funerario jamás eclipsó las otras prerrogativas de Ra, limitado en su extensión por la influencia creciente de las concepciones osiriacas. Apareció sobre la colina primigenia, rechazando el caos mediante la luz y el calor; algunas tradiciones le hacen creador de los hombres, surgidos de sus lágrimas, y de los dioses. También representa la fertilidad y el poder germinativo, apareciendo bajo el aspecto del toro Mnevis, (Mer-ur), o con forma de carnero. Es el rey del mundo, el que dio las directrices –a Maat– por las que el mundo había de regirse. Según el Papiro de Turín, Ra, además de creador del mundo, fue también Primer Señor de Egipto. No sin combates y con la ayuda de Horus, establece su dominio sobre las regiones del Norte. Después, desengañado de los hombres y no deseando habitar la tierra, puso al dios Thot en su lugar, naciendo así la Luna y montó sobre el lomo de la vaca celeste (Nut convertida en la vaca Mehet-Urt) quien le lanza al cielo donde establecerá su retiro.

Bajo el aspecto de toro Merur (su heraldo) representa la fecundidad del suelo y el poder germinador. Manifestado en un carnero, es preciso recordar que dicho mamífero representó en Egipto un concepto de fertilidad, dotado de un marcado carácter sexual. Los carneros fueron siempre dioses creadores. Según Budge, desde la dinastía IV también puede aparecer como un saltamontes, personificando a Ra jubiloso.

En cuanto a su relación con Atón, Ra parece ser la esencia del Disco durante el periodo amarniense, y a la cual se fusiona el rey, que es Uaen Ra (“Uno en Ra”).

En las terrazas de todos los templos tardíos se materializaba el rito anual de la fusión del ka del dios de dichos templos con el ka de Ra, en la llamada capilla del Año Nuevo.

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Fuentes: Rosa Thode Mayoral, Elisa Castel.

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