En la actualidad nuestra tecnología nos permite husmear en nuestro vecindario galáctico en busca de señales de vida extraterrestre; si bien esa misma tecnología es incapaz —quizás por prejuicios filosóficos o sociales— de dilucidar las señales que se encuentran aquí mismo en nuestro planeta, como serían los círculos en los campos de trigo.

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Punto focal solar, lente gravitacional.

Según un reciente estudio realizado por el científico Michael Gillon del Observatorio de Ginebra, Suiza, los últimos avances tecnológicos permiten a nuestra civilización detectar artefactos alienígenas que estén posicionados en algún lugar desde nuestro mundo hasta 30 veces más lejos que la distancia hasta Plutón.

Si una civilización extraterrestre está vigilando nuestro sistema solar con una o más sondas inteligentes, necesitaría, en teoría, valerse de un potente transmisor para enviar los datos de vuelta a su planeta.

Los alienígenas de "pensamiento-verde" (no necesariamente la piel) podrían ahorrarse un montón de energía y evitarse complicaciones de ingeniería compleja con solo utilizar el campo gravitatorio del Sol como un poderoso amplificador para enviar y recibir mensajes a través del espacio sideral. Este fenómeno, conocido como lente gravitacional, amplifica la radiación electromagnética como lo haría una lupa con la luz proveniente de su fuente.

La antena transmisora alienígena podría pesar tan poco como una tonelada y tener un disco reflector de 82 pies de diámetro, como el de las antenas en los radiotelescopios en Socorro, Nuevo México. Esto significa que sería muy pequeña para ser fotografiada o detectada al pasar frente a una estrella. La propuesta presentada incluye el utilizar radares interplanetarios localizados a bordo de sondas configuradas para investigar las zonas conocidas como "punto focal solar" (ver imagen que ilustra este artículo) de una determinada estrella, y así buscar artefactos artificiales que puedan estar transmitiendo.

¿Dónde comenzar a buscar?

Lo más prometedor es apuntar el telescopio hacia una ubicación en la esfera celeste a 180 grados desde Alfa Centauri, el sistema estelar más cercano a nuestro sol. En esta ubicación los astrónomos tendrían que localizar la estación de retransmisión.

La Matriz de Telescopios Allen en el norte de California entonces buscarían radiaciones anómalas en la región del punto focal solar que estén alineadas con nuestro sol y Alfa Centauri.

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Longitud de las ondas de radio, visión infrarroja.

Este sistema solar vecino tiene altas posibilidades de albergar vida extraterrestre inteligente. En caso que se detectara cualquier señal anómala, entonces una sonda podría despacharse en una larga misión para revisar y buscar artefactos en esa región en particular.

De ser tomada en cuenta la propuesta de Gillon, el próximo paso de SETI es el de monitorear las regiones focales solares de las estrellas más cercanas, exploradas previamente por la misión TESS de la NASA, en búsqueda de transmisores alienígenas.

Gillon destaca el hecho que nuestro sistema solar tiene un inmenso volumen de 500 trillones de unidades cúbicas astronómicas si consideramos la nube de Oort como límite, por lo que permanece virtualmente inexplorado, sobre todo si hablamos de buscar cualquier artefacto alienígena en labores de exploración o vigilancia. Esto quiere decir que una civilización alienígena tiene espacio de sobra para ocultar sus transmisores clandestinos.

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