Los astrónomos finalmente saben que tan viejo es Júpiter. El núcleo del gigante gaseoso ya era 20 veces más masivo que la Tierra solo 1 millón de años luego que el Sol se formase, apunta un nuevo estudio.

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«Júpiter es el planeta más antiguo del Sistema Solar, y su núcleo sólido se formó mucho antes que se disipara el gas de la nebulosa solar, algo consistente con el modelo de acreción para la formación de planetas gigantes», dijo el autor principal del estudio Thomas Kruijer, de la Universidad de Munster en Alemania y el Laboratorio Nacional Lawrence en California.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores midieron las concentraciones de isótopos de molibdeno y tungsteno en meteoritos ferrosos procedentes del cinturón que hay entre Marte y Júpiter.

Existen dos clases de meteoritos de hierro, y Krujier y su equipo sostienen que ambos tipos se formaron por separado en el interior de la nube de polvo y gas de la que surgió nuestro sistema planetario. Estas dos familias de meteoritos representan, según se explica en el artículo, «dos reservas genéticamente diferentes dentro de la nebulosa original, que existieron al mismo tiempo pero que no llegaron a mezclarse» durante los primeros millones de años de formación del Sistema Solar. Para los investigadores, la explicación más plausible para esta separación física es la formación de Júpiter entre ambas.

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Júpiter pertenece a un tipo de planetas llamados gigantes gaseosos. Probablemente, su nacimiento implica, primero, la formación de un núcleo sólido, seguido por un largo periodo de acumulación de gruesas capas de gas a su alrededor.

Krujier y su equipo calcularon que el proceso empezó en una etapa muy temprana de la formación del Sistema Solar, que nació cuando parte de una gigantesca nube molecular se condensó bajo su propia fuerza gravitatoria, hace unos 4.600 millones de años.

Un escudo que evitó las supertierras

Según el modelo de los investigadores, el núcleo interno de Júpiter creció hasta alcanzar 20 veces la masa de la Tierra en el transcurso del primer millón de años. En ese momento, el Sol era aún una protoestrella, y no tenía la densidad suficiente como para que en su interior comenzara el proceso de fusión del hidrógeno.

El crecimiento de Júpiter continuó aunque a un ritmo más lento, hasta alcanzar las 50 masas terrestres unos tres millones de años después —actualmente es 318 veces más masivo que la Tierra— .

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El análisis de ciertos isótopos presentes en meteoritos sugiere que el gigante gaseoso podría haberse formado incluso antes de que el propio Sol empezara a brillar.

Los autores sugieren además que el nacimiento tan temprano del gigante gaseoso evitó la formación de supertierras en el seno de nuestro vecindario cósmico.

El crecimiento de Júpiter, según la investigación, posibilitó la dispersión de asteroides enriquecidos en agua, que podrían haber sido la fuente a partir de la que se nutrió la Tierra. Sin embargo, la rápida formación del gigante gaseoso evitó que se incorporase más material sólido a la zona interior del Sistema Solar, lo que explicaría por qué Marte es tan pequeño o por qué no existen supertierras.

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