Más de nueve meses después que la sonda Rosetta grabara el «canto» del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, los ingenieros espaciales finalmente han descubierto la fuente del extraño e inquietante sonido.

Según un comunicado publicado hace pocos días por la Agencia Espacial Europea (ESA), el sonido sería creado debido a vibraciones en el campo magnético alrededor del cometa, y provocado por chorros de partículas cargadas saliendo directamente de la superficie rocosa del cometa. Los ingenieros lo han comparado con la manera en que se producen ondas cuando una manguera se llena con agua.

«El ambiente espacial del cometa es impregnado por el viento solar —una corriente constante de gas cargado eléctricamente— y líneas del campo magnético del sol. Esta corriente de plasma interactúa con la atmósfera polvorienta y gaseosa del cometa y crea lo que se conoce como una "magnetósfera cometaria inducida"», explica la ESA.

Es decir que, a pesar que el núcleo de 67P no tiene un campo magnético propio, la atmósfera del cometa sí está magnetizada.

¿Por qué canta el cometa?

Cuando Rosetta se encontraba a 100 km del cometa, en agosto del año pasado, su magnetómetro a bordo comenzó a detectar «fluctuaciones de larga amplitud» en el campo magnético alrededor de éste. En ese entonces, los expertos creyeron que los ruidos tenían algo que ver con la actividad propia del cometa y las partículas que lanzaba al espacio. La radiación ultravioleta del sol causa la ionización de estos átomos y moléculas, incluyendo las de agua.

En el ambiente plasmático que rodea al núcleo del cometa, los iones recién nacidos se mueven en un ángulo de 90 grados al campo magnético, formando una corriente eléctrica cruzada. El último estudio por parte de ESA, ha descubierto que esta corriente es inestable, y que dicha inestabilidad es la responsable por la «melodía» emitida.

«El proceso es difícil de entender para aquellos no versados en la física del plasma, pero podemos utilizar una simple analogía para darnos una idea de lo que sucede», dijo Karl-Heinz Glaßmeier, investigador principal del Rosetta's Plasma Consortium (RPC).

«Imagina que sales a regar el jardín con una manguera. A medida que fluye el agua, hay posibilidades que la manguera oscile, generando ondas; esto es lo que pasa con el plasma», explicó el investigador.

«Desde luego, el flujo que tenemos en el caso del cometa no es como el agua, sino un flujo de partículas cargadas», añadió en cuanto a la analogía utilizada.